4 Parashát Vayerá (“Y -él- Apareció”) Bereshít 18:1 – 22:24 - 𝕂𝕗𝕚𝕣 𝔹𝕖𝕟 𝕐𝕖𝕙𝕦𝕕𝕒𝕙

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miércoles, julio 26, 2023

4 Parashát Vayerá (“Y -él- Apareció”) Bereshít 18:1 – 22:24

 



                                                                                    Resumen de la Parasháh

HaShém visita a Avrahám Avinu tres días después de su circuncisión. Tres mal’ajím (ángeles), llegan a su tienda, Avrahám se apresura a atenderlos con gran hospitalidad, a pesar de que en el tercer día es cuando la circuncisión causa más dolor.

Saráh se ríe cuando oye que va a dar a luz a un hijo varón. HaShém revela a Avrahám que va a destruir Sedóm (Sodoma) y Avrahám trata de interceder en favor de esa ciudad para que HaShém no la destruya.

HaShém está de acuerdo en no destruir Sodoma si encuentra en ella como mínimo a diez hombres justos. Avrahám “regatea” con Dios hasta conseguir que HaShém acepte encontrar solo a diez justos, pero no los pudo encontrar.

Lot, su mujer, y sus dos hijas, se salvan huyendo de la ciudad y una lluvia de azufre y fuego destruye Sodoma y Gomorra.

La mujer de Lot voltea para mirar el espectáculo y es convertida en estatua de sal.

Las hijas de Lot piensan que el mundo esta destruido y que nunca van a tener esposo ni descendientes, entonces deciden emborrachar a su padre, y tener descendencia a través de él. De la hija mayor nace Mo’áv y de la menor Amón.

Avrahám se muda a Guerár donde Avimélej arrebata por la fuerza a Saráh. Después de que HaShém se le apareció en un sueño, la deja en libertad, y apacigua a Avrahám.

Tal como les fue prometido, Avrahám y Saráh tienen un hijo, Itzjáq.

Avrahám da una fiesta el día que Itzjáq es destetado. Saráh dice a su marido que eche a la esclava Hagár y a su hijo Ishma’él de la casa, porque ve en Ishma’él señales de perversión.

Avrahám se apena de tener que echar a su hijo, pero HaShém le dice que debe escuchar a Saráh en todo lo que ella le diga.

Ishma’él está a punto de morir de sed en el desierto, pero un ángel lo rescata y le predice que va a ser el progenitor de un poderoso pueblo.

Cuando Avimélej se da cuenta de que HaShém está con Avrahám, hace con él un pacto.

Como prueba final, HaShém ordena que Avrahám tome a su hijo Itzjáq, que tiene ahora 37 años, y que le ofrezca como sacrificio.

Avrahám le obedece a pesar de que haciéndolo perdería la oportunidad de formar una nación y, sobre todo, a pesar de que Avrahám está continuamente enseñando contra el sacrificio humano.

Cuando Avrahám está a punto de sacrificar a su hijo, HaShém manda a un ángel para que le pare, ya que su obediencia era sin límites.

HaShém promete a Avrahám que incluso si el pueblo judío peca, no serán dominados completamente por sus enemigos. La Parasháh acaba con una genealogía y el nacimiento de Rivqáh.

Comentario a la Parasháh

“Y vio y he aquí que tres hombres estaban parados ante él” (18:2)

Los tres "hombres" que estaban parados ante Avrahám eran mal’ajím (ángeles). El Sabio Rabí Shlomóh Itzjaqí (Rashí) nos dice que un ángel vino para anunciarle a Saráh que habría de concebir y dar a luz dentro de aquel año; otro era para derribar a Sodoma y destruirla; y el tercero era para curar a Avrahám después de su Brit Miláh (Pacto de la Circuncisión).

¿Por qué no vino un solo ángel que hiciera las tres cosas?

El Sabio Rashí nos dice que la razón por la cual vinieron tres ángeles es que un ángel no puede realizar dos funciones. Sin embargo, Rashí también nos dice que después de curar a Avrahám, el ángel Refa’él (Rafael), fue a rescatar a Lot de Sodoma.

Si un ángel no puede cumplir dos funciones, ¿por qué no se envió un segundo ángel para que rescatara a Lot?

A fin de responder a esta interrogante, primero debemos entender por qué Lot fue rescatado de Sodoma.

EL LINAJE DEL REY DAVID

El descendiente más importante de Lot fue el Rey David, pero la validez misma del Rey David como rey del pueblo fue cuestionada precisamente por ser descendiente de Rut la moabita.

Los moabitas eran descendientes de Lot. Ellos sabían que el pueblo judío descendía de Avrahám. Y, aun así, cuando ocurrió el Éxodo de Egipto no recibieron al pueblo judío con pan y agua.

Esa conducta era una señal más de su “falta de gratitud”, y es por eso que se les prohibió casarse con el pueblo judío.

Sin embargo, con el tiempo se dejó en claro que únicamente los varones moabitas no podían casarse con Israel. Las mujeres sí podían ingresar a nuestras filas. Y el motivo es que “toda la honra de la hija del rey es interna”, vale decir, que únicamente los hombres deben ir a recibir a los transeúntes, pero las mujeres, las “hijas del rey”, no están obligadas a hacer lo mismo. Por eso, Rut y sus descendientes, entre ellos el Rey David, fueron considerados libres del defecto de “falta de agradecimiento”, y por eso David podía transformarse en Rey de Israel.

COMO EN LA TIERRA ASÍ SERÁ EN EL CIELO

El tribunal celestial se guía por el tribunal terrenal. Lo que ocurre en este mundo determina la halajáh (ley judía) en los mundos superiores.

Cuando los tres ángeles fueron enviados con Avrahám, todavía no había tenido lugar un diálogo importante, que habría de afectar toda la historia del pueblo judío: Cuando los ángeles fueron con Avrahám, dijeron: “¿Dónde está Saráh, tu mujer?”, a lo que Avrahám respondió: “Está en la tienda”. El Sabio Rashí comenta el hecho de que Saráh estaba en la tienda: “Ella recatada y recluida”.

Recién en el momento en que Avrahám dijo “Está en la tienda”, se estableció en forma halájica que las mujeres no están obligadas a salir a recibir a los extraños.

Ahora podemos entender por qué se enviaron solamente tres ángeles: En el momento en que los ángeles fueron enviados, todavía no estaba claro si Lot tendría el mérito de salvarse de la hecatombe de Sodoma. Pues el mérito de Lot es que sería el progenitor de Rut y de David. Sin embargo, David fue validado únicamente gracias al principio de que las mujeres no están obligadas a salir a recibir a los extraños.

Por eso, recién cuando Avrahám respondió: “Está en la tienda”, quedó aclarada la halajáh de que las mujeres moabitas tenían permitido casarse con los judíos, y por eso hizo falta que el ángel salvara a Lot, progenitor del Rey David.

“Y vio y he aquí que tres hombres estaban parados ante él. Lo percibió, y fue corriendo hacia ellos desde la entrada de la tienda...” (18:2)

¿Quiénes eran esos tres hombres?

En un nivel místico, Avrahám percibió que no eran otros que él mismo, su hijo Itzjáq y su nieto Ya’aqóv.

Avrahám representa la “benevolencia” y la “compasión”, “rajmanút”. En ese momento, Avrahám estaba convaleciendo del Brit Miláh que había practicado tres días antes, ya que “sobre el enfermo desciende la compasión”.

A pesar de su dolor, fue corriendo a recibir a sus huéspedes. Esa característica, que en la Kabaláh se la llama “Guevuráh” (Fortaleza), Avrahám se la transmitió a su hijo Itzjáq.

Y dondequiera que hallemos estas características de Avrahám e Itzjáq, también hallaremos a Ya’aqóv, para completar a los tres.

“Y Saráh vio que el hijo de Hagár jugaba” (21:9)

Juego de niños, juegos inocentes. Pero la infancia es la base de la personalidad que ha de desarrollarse.

Avrahám vio que el futuro carácter de Itzjáq se hallaba en peligro, con solo ver que jugaba con su hermano Ishma’él.

Y si bien Avrahám era un ejemplo de benevolencia, cuando vio esta amenaza sobre su hijo, expulsó a Ishma’él y a Hagár al desierto, con solamente un poco de pan y agua.

Puede ser un simple “juego”, pero jugar con malas compañías es como jugar con fuego.

Haftaráh: Melajím Bet (2 Reyes) 4:1-37

TENEMOS DERECHOS Y OBLIGACIONES

La ley de la Toráh es el único sistema por el cual el acreedor no tiene ningún derecho sobre el deudor. La Toráh asegura que el deudor pobre no tiene por qué sufrir un embargo sobre sus bienes. Incluso, donde termina la protección del acreedor, comienza la obligación de amar al prójimo. Pues todos somos hijos de Avrahám y Saráh. Esa es la tzedaqáh (justicia) de Avrahám, en contraste con la insistencia sodomita de recuperar hasta el último centavo de sus deudores.

DAR ALIENTO DE VIDA, INSPIRACIÓN

Así como en la parasháh los ángeles le prometen a Saráh que ha de concebir y dar a luz un hijo, del mismo modo, en la Haftaráh, el profeta Elishá le promete a la estéril mujer shunamít (sunamita) que ha de tener un hijo.

El niño (que luego ha de transformarse en el profeta Yonáh) muere en su juventud, y es resucitado por Elishá, quien lo devuelve a la vida colocándose él mismo sobre el cuerpo ya sin vida del muchacho, implantándole su propia alma.

Esta es una lección para todos los maestros, debemos dar “inspiración”, insuflar nuestro propio hálito de vida a nuestros alumnos, dándoles nuestra propia alma.

SER MUJERES BENEVOLENTES

Así como Avrahám y Saráh eran ancianos y HaShém de todas maneras les dio un hijo, en la Haftaráh de esta semana, HaShém le concede un hijo a la mujer shunamít y a su marido.

Entonces ¿por qué la Haftaráh comienza con un milagro totalmente distinto, el del aceite que llena una jarra tras otra, hasta que la muy pobre viuda del profeta Ovadyáh se hizo rica? ¿Qué conexión hay entre estas tres mujeres?

La respuesta es que todas ellas sobresalieron en Jésed (Benevolencia, Piedad) hacia los demás. Hasta el día de hoy Saráh es el ejemplo de la mujer judía. Su vida fue una labor incansable de recibir huéspedes y enseñarles que existe un Dios Único. La viuda de Ovadyáh también fue un ejemplo de jésed, tal como se la describe en la Haftaráh, y lo mismo ocurre con la mujer shunamít. Las tres son el tipo de la mujer judía, por todas las generaciones.


Lehitra’ót!




Parashát Vayerá_Con Kfir Ben Yehudáh






Café Toráh_Con Kfir Ben Yehudáh




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