Por: Rabí Guedalyáh Schorr, Rabí Shlomóh Zobin
Rabí Buním de Peshishe, & Kfir Ben Yehudáh
RESUMEN DE LA PARASHÁH
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n esta penúltima parasháh, Moshéh Rabénu comienza su mensaje al pueblo de Israel en forma poética, convocando a los cielos y a la tierra para atestiguar eternamente sobre sus advertencias a los Hijos de Israel en su observancia a la Toráh. En este poema Moshéh resalta la fidelidad y justicia de HaShém, frente a las actitudes perversas de nuestro pueblo Israel. Si los Hijos de Israel preguntaran sobre las anteriores generaciones, se les responderá cómo es que HaShém eligió a Israel de entre todas las naciones y cómo los amparó en su camino por el desierto, comparando como el águila cuida a su cría, revoloteando sobre ella. Pero también el mismo pueblo abandonó a su Creador, causando Su ira. Así, generaciones posteriores se volverían en contra Él, practicando la idolatría.
HaShém castigaría, tanto a jóvenes como a ancianos por medio de la crueldad de pueblos extraños. Pero Su intervención evitará la destrucción total del pueblo.
Los Hijos de Israel deben entender que únicamente bajo el amparo del Todopoderoso, se podrán enfrentar a ejércitos superiores, pero siempre reconociendo que sólo existe el Creador, con poder absoluto.
Una vez finalizado este discurso, HaShém ordenó a Moshéh subir al Monte Nevó, para así poder ver y contemplar la Tierra de Israel, la Tierra Prometida.
COMENTARIOS DE LA PARASHÁH
"Ha’azínu..." (Devarím 32:1)
Así como todas las notas en un acorde, y todas las voces e instrumentos en una orquesta se juntan para formar un solo sonido, así también toda la creación canta en armonía para proclamar la Unidad de Dios. La Parasháh de Ha'azínu está escrita en forma de una canción, para recordar al Pueblo Judío que toda la Creación resuena en armonía con sus acciones.
(Rabí Guedalyáh Schorr)
"Oye, Oh cielos, y yo hablaré; y la tierra escuchará las palabras de mi boca" (Devarím 32:1)
Cuando una persona reza, se siente humilde, pequeña e insignificante. Cinco minutos más tarde, cuando entra a su oficina, es una persona totalmente diferente, tratando con las personas en el mundo material de cada día. En otras palabras, no es suficiente decir "Oye, Oh cielos, y yo hablaré"; sino también "y la tierra escuchará las palabras de mi boca"- ¡Lo que la persona habla a los Cielos, él mismo tiene que escuchar en este mundo, en la tierra, y actuar de acuerdo a eso!
Nuestros Sabios dicen "Aquél que teme a los Cielos será escuchado por el hombre". Esto es lo que este versículo nos enseña: “Oye, Oh Cielos, y yo hablaré..." - Si los Cielos van a oír lo que yo digo, "la tierra escuchará las palabras de mi boca" - aquellos en la tierra también escucharán mis palabras.
(Rabí Shlomóh Zobin)
"Que mi enseñanza caiga como lluvia..." (Devarím 32:2)
Las palabras de la Toráh son como lluvia. Así como la lluvia cuando cae, aparentemente no deja ninguna huella en las plantas, y solo después cuando el sol emerge de las nubes y brilla en la tierra, vemos los resultados de la lluvia - así también son las palabras de Toráh. Aunque en el momento de escucharlas su influencia no puede ser detectada, a través del tiempo sus efectos aparecen.
(Rabí Buním de Peshishe)
Moshéh se dirige a los cielos y la tierra como si fueran personas
Lo que aquí estamos viendo es que Moshéh comprende perfectamente que los cielos y la tierra son los testigos por excelencia que HaShém ha escogido para que hablen sobre todas las acciones de los hombres. Los cielos y la tierra son fieles en su testimonio, pues sólo se “remiten a los hechos”, que el hombre de ninguna manera podrá negar.
Moshéh Rabénu está haciendo eco de las palabras del Cielo, de manera que Israel nunca podrá tener una excusa para justificar sus malas acciones. Alguien podrá decir que en la práctica los cielos y la tierra no hablan como los seres humanos; esto es cierto, pero las consecuencias de los actos del hombre se ven en la tierra y en los cielos.
Este cántico es un excelente testigo, pues su contenido demuestra que Israel no sería fiel al que es Fiel; de aquí que lo que le sobrevendría en el futuro no podría tener apelación válida para que los decretos del Cielo se detengan; sólo queda reconocer que no hemos cumplido nuestro rol en la forma que HaShém espera.
(Kfir Ben Yehudáh)
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