EL SHABÁT
El material de esta página está compuesto por
publicaciones del Centro Mundial para la Identidad Judía de la Universidad de
Bar Ilán Israel, por el libro Jemdát Hayamím sobre el Shabát publicado por el
Rabino Daniel Openheimer de la comunidad Ajdút Israel en Argentina y por el
libro Ciclo del año Judío de la Majlaká Toranít.
INTRODUCCIÓN
En los
Diez Mandamientos encontramos los motivos principales para el cumplimiento
del Shabát.
“Te acordarás
del día del reposo (Shabát) para santificarlo. Seis días trabajarás y harás en
ellos toda tu labor, pero el día séptimo, sábado, lo consagrarás al Eterno tu Dios,
y ese día no harás labor alguna… porque en seis días hizo el Eterno el cielo,
la tierra… y descansó el día séptimo, por eso bendijo el día sábado y lo
santificó” – Shemót 20:8-12
Con
el correr de las generaciones el cuidado del Shabát se hizo como señal
y símbolo para el cuidado de los preceptos del judaísmo. Durante la larga
historia del pueblo de Israel los judíos enfatizaron el cuidado del Shabát y
muchos de ellos sacrificaron sus almas por él.
Tomando
como base al judaísmo, se aceptó el Shabát como un día de descanso en el mundo
entero, y toda religión fijó un día a la semana como le era conveniente.
EL CONTENIDO DEL SHABÁT Y SUS SÍMBOLOS
Recordar
la creación del mundo. Al cesar nuestras labores nosotros expresamos la fe, El
Santo Bendito Sea, creó el mundo en seis días: “Descansó el día séptimo
de todo el trabajo realizado” – Bereshít 2:2
Señal
eterna. El Shabát simboliza el lazo y el pacto entre el pueblo de Israel y Dios:
“Y respetarán los hijos de Israel el sábado durante todas sus generaciones,
perpetuamente. Entre Mí y los hijos de Israel será señal eterna del pacto” –
Shemót 31:15-16
Recordar
la salida de Egipto. El Shabát también tiene una faceta nacional histórica: “Acuérdate
de que fuiste siervo en la tierra de Egipto y que el eterno tu Dios te sacó de
allí con mano poderosa y brazo extendido. Por consiguiente, el eterno tu Dios
te ordena que guardes el día de descanso” – Devarím 5:15
El
pasaje de lo profano a lo sagrado, entre el trabajo y el descanso, en como la
transformación de la esclavitud a la libertad, como fue cuando Dios sacó a nuestros
padres de Egipto.
Día
de descanso para los hombres libre, para los siervos, y hasta para los animales.
“Pero el día séptimo es de descanso para el Eterno, tu Dios. En él no harás
trabajo alguno, ni tu ni tu hijo ni tu hija ni tu siervo ni tu sierva ni tu
ganado ni tu asno ni el forastero… tu siervo y tu sierva descansarán como tú”
– Devarím 5:14
Toda
creación necesita un día de descanso. De esta manera se expresa la idea de
igualdad entre los seres humanos, y hasta los animales que los sirven.
Día
familiar. Como está escrito en el libro de Shemót 15:29 “Permanezca
entonces cada cual en su lugar en el séptimo día”. Quiere decir está
prohibido salir fuera de la limitación sabática, que es el límite en el cual vivimos,
que son 2000 amót (1200 metros en la periferia de nuestro poblado). En este versículo
se encuentra otra idea: El Shabát está destinado a ser un día de familia. Durante
toda la semana estamos ocupados con nuestros quehaceres detrás del sustento, estudios,
y etc. y por lo general no tenemos la posibilidad de reunirnos con nuestros familiares,
comer juntos y dialogar, pero al acercarse el Shabát se nos presenta una oportunidad
para reunirnos con nuestra familia sin presiones y en un ambiente tranquilo.
En
el libro de Isaías 58:13 encontramos un refuerzo a esta idea: “Si apartas
tu pie por causa del Shabát, si te abstienes de dedicarte a tu negocio en Mi
día sagrado, y consideras el Shabát como un deleite, y honroso el día sagrado
del Eterno, y lo honrarás no andando durante él en tus propios caminos, ni
ejerciendo tu negocio ni hablando de él”.
Se
debe evitar realizar cualquier tipo de tarea que acostumbramos a hacer durante
la semana para poder ingresar en un ambiente de “día de descanso y santidad”.
Shabát
es un día espiritual. Durante la semana el hombre está ocupado para conseguir
logros materiales, y está esclavizado en su trabajo, pero en este día, Shabát, el hombre cesa sus tareas, para dedicarlo
al contenido espiritual.
¿Cuál
es el placer del Shabát?
En
las respuestas de nuestros Sabios encontramos: Una comida exquisita, una bebida
deliciosa, placeres del cuerpo, y del alma “cada individuo realizará aquello
que sea placentero en honor al Shabát”.
LOS PRECEPTOS DE SHABÁT Y SUS COSTUMBRES
Existe
una gran y variada cantidad de preceptos y costumbres: Preparación del Shabát,
el encendido de las velas, Qidúsh, Se’udát Shabát (Banquete de Shabát), comidas
especiales, vestimentas festivas, utensilios decorosos, estudio de la lectura
semanal. Todos ellos expresan la combinación del descanso y la santidad, de la
satisfacción y deleite físico y la elevación espiritual. Ellos crean el
ambiente especial del Shabát.
Esta
combinación se ve reflejada en las palabras de nuestros Sabios: “Recuerda
el Shabát para santificarlo, ¿cómo se lo santifica? estudiando la Toráh, el
Tanáj, la Mishnáh, con comidas y bebidas, ropas limpias y descanso” –
Taná debé Eliyáhu
ENCENDIDO DE LAS VELAS
El
encendido de las velas representa el comienzo del Shabát:
Sobre
los preceptos del Shabát dice el Rambám: “Tanto los hombres como las mujeres
están obligados a tener en sus casas velas encendidas durante el Shabát este es
el deleite del Shabát”
Las
velas del Shabát se convirtieron en símbolo del “recibimiento del Shabát” en el
hogar.
¿Por
qué se adjudicó este precepto especialmente a la mujer?
Nuestros
Sabios adjudicaron varios motivos:
a-
La mujer se encuentra en el hogar más que el hombre.
b-
“Felicidad doméstica”: En el Tratado Shabát del Talmúd nuestros Sabios explican
que, “no hay bienestar sino con la luz”. La mujer, es la encargada de la
educación de los niños y del ambiente general de la casa, a esto se le agrega
una nueva dimensión, la de crear un ambiente de Shabát.
c-
El encendido de las velas representa la expiación de pecado de Javáh (Eva) – el
haber comido del árbol de la sabiduría y de esa manera “apagó la luz del mundo”.
Se
acostumbra a encender dos velas: Una por el precepto de “zajór” (recordar) el Shabát
para santificarlo y otra por “shamór” (cuidar) el día del Shabát para santificarlo,
hay quienes acostumbran a encender una vela por cada integrante de la familia.
BENDICIÓN DE LOS HIJOS
Se acostumbra a
bendecir a los hijos con una bendición especial. Algunos lo hacen en vísperas
del Shabát antes que el padre se dirija a la sinagoga, otros cuando vuelve,
coloca las palmas de las manos sobre las cabezas y bendice a los niños:
“Quiera Elohím
hacerte como a Efráim y a Menashéh”
Y a las niñas se las
bendice así:
“Quiera
Elohím hacerte como a Saráh, Rivqáh, Rajél y Le’áh”, y finaliza con la bendición de los kohaním “Te
bendiga Adonáy y te guarde, haga resplandecer Su rostro sobre ti y tenga de ti
misericordia, alce Adonáy Su rostro hacia ti y ponga en ti paz. Y pondrán Mi
Nombre sobre los hijos de Israel y Yo los bendeciré”.
KABALAT SHABÁT
En
la oración de la noche del Shabát se acostumbra a pronunciar en la sinagoga
seis capítulos del Salmo como la cantidad de los días de la semana que relatan sobre
la creación del mundo y la grandeza del Creador, y también se recitan poemas,
que reciben al Shabát, el más conocido es “Lejá dodí likrát kaláh, pené Shabát
nekabelá”, que fue escrito por Rabí Shlomóh Alkabetz, discípulo del Arí
Haqadósh (Rabí Itzhak Luria Ashkenazí).
Cuando
nos aproximamos al final del poema, los oradores viran hacia la entrada de la
sinagoga, esperando la llegada de la novia – el Shabát, y se completa el poema
diciendo “Ven en paz, con alegría y regocijo… ven novia, Shabát la reina…”.
La
comunidad de kabalistas de Tzefát, que fue creada en el Siglo XVI por el Arí Haqadosh
acostumbran a realizar diversos actos en vísperas del Shabát, como ser salir fuera de la ciudad para recibir al Shabát.
LAS COMIDAS DE SHABÁT
Cuando
los integrantes de la familia vuelven de la sinagoga por la noche, acostumbran
a entonar el poema “Shalóm alejém, mal’ajé hasháret” basado en la
leyenda que dice: «“Dos ángeles de Shabát acompañan al individuo en la
víspera del Shabát de la sinagoga a su casa: Uno bueno y uno malo. Cuando entra
en su hogar, encuentra las velas encendidas y la mesa preparada y la cama
tendida. El ángel bueno dice: “Que sea la voluntad, y que de esta manera sea
también el Shabát entrante, y el ángel malo responde “amén” obligadamente. Y si
fuera lo contrario el ángel malo dice: “que sea la voluntad, que el Shabát
venidero sea así”, y el ángel bueno responde “amén” obligadamente. Es por eso por
lo que el padre de familia se dirige a los ángeles con la bendición de “shalóm
alejém”».
El
banquete festivo de Shabát es parte del ambiente especial. Es un precepto comer
tres comidas, como está señalado en la Toráh (Shemót 15:22-30): Cuando el pueblo
de Israel se encontraba en el desierto y comenzaba a descender el maná, el
viernes recolectaron “doble porción” – cantidad adicional al maná que sea
suficiente también para el Shabát. Les dijo a ellos Moshéh: “Esto es lo
que dijo el Eterno: Mañana es día de descanso (Shabát) día santo para el
Eterno. Lo que habéis de cocer, cocedlo hoy y lo que habed de cocinar cocinadlo
hoy, y guardad lo que os quede para mañana… comedlo hoy, que es Shabát (día de
reposo) para el Eterno, pues hoy no lo hallaréis en el campo durante seis días
en la semana lo recogeréis, pero en el séptimo día, no lo habrá”. Tres
veces aparece la palabra “hoy” luego de la palabra “comedlo”. De aquí se
deducen las tres comidas del Shabát: Una en la noche del Shabát y dos durante
el día del Shabát. “La tercer comida” se acostumbra a comer luego del medio día
antes de la puesta del sol.
La
costumbre de bendecir en Shabát sobre dos
panes se extrae de la misma fuente, ya que se debía tomar doble porción el
sexto día, esto es el “léjem mishné” – pan doble.
Al
ambiente especial del banquete de Shabát se agregan los cánticos. Ellos
incluyen poemas con sentimientos, que expresan palabras de alabanza y loa al Shabát
acompañadas con palabras de Toráh.
El
espíritu del Shabát se expresa en el “Qidúsh” – bendición
especial sobre el vino que se recita antes de los dos primeros banquetes del Shabát.
Su fuente está en el versículo “Recuerda el día séptimo para santificarlo”
– Shemót 20:8. “Para santificarlo” – con
bendición, se santifica con vino la entrada del Shabát.
En
el Qidúsh de la noche del Shabát se encuentran tres ideas, que resumen al Shabát:
Recordad la creación del mundo, recordad la salida de Egipto y la santidad del Shabát
entre todos los días – al pueblo de Israel que fue elegido entre todos los pueblos.
Además
del Qidúsh de la noche del viernes, bendecimos sobre el vino durante el día del
Shabát luego del rezo.
¿Por
qué se acostumbra a cubrir los dos panes en Shabát?
Por
lo general se bendice al comienzo de cada comida sobre el pan, pero en Shabát
se antepone a la bendición del pan “jaláh” la bendición del vino “Qidúsh”. Para
que el pan no se “avergüence y se ofenda”, se lo cubre haciendo de cuenta que
no está aún sobre la mesa.
HAVDALÁH – DISTINCIÓN ENTRE LO SAGRADO Y
LO MUNDANO
Así
como recibimos el Shabát con la bendición sobre el vino, así también lo
despedimos con un acto especial “havdaláh” también
sobre vino.
La
havdaláh se realiza con vino, especies y una vela especial. El orden de las
bendiciones es: Por el vino – “boré pri haguéfen”, por las especias
– “boré miné besamím”, por la luminaria – “boré me’oré ha’ésh”, por la
havdaláh – “hamavdíl ben qódesh lejól”.
¿Por qué se
bendice sobre las especies?
Nuestros
Sabios dijeron: en Shabát el hombre posee un “alma adicional”
– esa sensación de especial santidad al finalizar el Shabát nos abandona hasta
el próximo Shabát, y para aliviar esta despedida la acompañamos con especial y
agradable aroma.
¿Por qué
bendecimos sobre el fuego?
En
esta bendición nosotros le agradecemos a Dios, por habernos otorgado el fuego,
pues el comienzo de la creación del fuego fue en la salida del primer Shabát.
En ese momento el Santo, Bendito Sea, otorgó sabiduría a Adám, y trajo dos
piedras y las rozó una con la otra hasta salir fuego (según el tratado de Pesajím
53). Por haber descubierto Adám el fuego por primera vez en Motza’é Shabát,
bendecimos sobre él a la salida del Shabát.
¿Qué tienen en
común las oraciones de Shabát?
En
las oraciones del Shabát nos abstenemos de recodar asuntos profanos, no recodamos
pecados y trasgresiones, no pedimos perdón ni disculpa y no pedimos por nuestras
necesidades.
A
diferencia de los días de la semana, que la oración principal es la “Amidáh”
de 18 (19) bendiciones, esta oración en Shabát tiene siete bendiciones, y
la central que es la más larga comenta asuntos del Shabát.
La
lectura de la Toráh en la mañana del Shabát es un precepto del día. Los
decretos de la lectura se consolidaron en la época de Ezrá, que fijó los
fundamentos del orden de lectura,
acostumbrados hasta nuestros días (Talmúd, Tratado Babá Kamá 2). Cada Shabát
tiene una “lectura semanal” específica (Parasháh Hashavúa), y en total existen
54 lecturas (Parashót).
LAS VESTIMENTAS DEL SHABÁT
Las
distintas tradiciones de Israel se simbolizan por diferentes ropas en Shabát,
que difieren de los días de la semana. El versículo “Y si lo honrares no andando
durante el en tus propios caminos…” – Isaías 58:13. El Talmúd explica “que
tu vestimenta de Shabát no sea como la de los días de la semana” –
Tratado Shabát 113
En
el este de Europa los judíos acostumbraban a vestir kapota – que es un saco
largo hecho de seda, y shtraimel – gorro hecho de piel. Los judíos del oriente acostumbraban
a usar una túnica especial, un sobre todo y se cubrían la cabeza con el tarbúsh
– todo esto especial para Shabát. Las mujeres se adornaban con sus mejores
joyas y sobre sus cabezas un pañuelo de seda: Shbís (ashenazi) izmá (sefaradí).
Hoy también acostumbramos a honrar el Shabát con vestimentas agradables que
acompañan el ambiente especial.
LAS COSTUMBRES DE SHABÁT
Los
judíos de Yemen acostumbraban (y hay quienes acostumbran hasta hoy en día) envolverse
en un talit grande. Los más rápidos van temprano a la sinagoga y leen en
conjunto el Cantar de los Cantares y cinco capítulos de Salmos.
Las
mujeres de Kurdistán acostumbraban a cubrir las jalót de Shabát con dos
manteles, uno encima y otro por debajo, como el maná. También acostumbraban a olfatear
antes del Qidúsh ramas aromáticas y bendecir sobre ellas la bendición del aroma.
Los
judíos de Marruecos acostumbraban los viernes a leer la lectura semanal, “shnáim
mikrá ve’ejád targúm” (cada versículo dos veces y luego la traducción de
Unkelus al arameo). Al encender las velas se va a la sinagoga y se lee el Cantar
de los Cantares. Así también acostumbran los seguidores del movimiento Jabad.
En
Jerusalem se acostumbraba a resonar la trompeta en vísperas de Shabát, 40
minutos antes de la puesta del sol para aligerar al público a cerrar sus
negocios y que se prepare para el Shabát.
Los
judíos de Libia acostumbran a cantar en coro, antes de las comidas o después,
el poema del Shabát: “Bar Yojái”, “Yom Shabát en kamou” y “ia ribón olám”.
Muchos madrugan y se dirigen a la sinagoga para leer capítulos de Salmos.
MANJADES DEL SHABÁT
Los
banquetes del Shabát son parte de la atmosfera de este día. En estos banquetes
se comen comidas especiales, cada lugar según sus costumbres, cada congregación
y sus comidas tradicionales. En muchas de ellas se acostumbra a preparar comida
de antemano y mantenerla en el horno ya que está prohibido cocinar en Shabát.
En
las diversas comunidades de Israel se desarrolló una gastronomía judía
especial: El judío ashkenazí prepara pescados rellenos (gefilte fish), torta de
fideo (kíguel), tripa rellena (kishke), zanahoria dulce (zimes), comida
caliente (chunt) y otras.
Los
judíos del Yemen acostumbran a preparar para el Shabát por la mañana la comida
especial de “kubané” – masa con aceite preparado en vísperas del Shabát.
También se acostumbra – en especial en fiestas – prepara “yala” – trigo tostado,
fruta y bebida.
Los
judíos de Kurdistán preparan comidas especiales como, “kutili” – albóndigas
redondas hechas de granos de trigo molido con harina, relleno de carne y condimentos,
o “ifrak” – hojas de parra, espinaca o repollo rellenas de arroz.
Los
judíos de Marruecos procuran comer la tercera comida en sus hogares, y hay
quienes acostumbran a realizar un “Qidúsh zutá” – un pequeño banquete – y recitan
el siguiente versículo: “Dijo Moshéh coman hoy… observen que Dios
les ha otorgado el Shabát…”. El Qidúsh se recita a mitad del banquete.
Los
judíos de Túnez acostumbran a comer en la noche del Shabát el “kuskús”, hecho
de granos de sémola que fueron cocidos por el vapor. Esta comida se debe acompañar
con sopa, albóndigas de carne y verduras cocidas.
Los
judíos de Libia tienen como comida típica para el día del Shabát el “jamín” que
llaman “tibit”.
EL PAN (JALÁH) DURANTE EL SHABÁT
Las tres comidas que debe
consumir un judío durante Shabát deben comenzar con la bendición sobre dos
panes enteros en recuerdo al Man (maná) que caía en el desierto. Al igual que
el man que estaba envuelto en rocío, colocamos los panes (jalót) sobre una
tabla y los cubrimos con un mantelito.
2. Se puede usar pan trenzado,
pan entero común o Matzót; si no los hay enteros, se puede unir dos trozos de
manera que parezca un pan entero. En su defecto se recita la Brajáh sobre
rodajas de pan o sobre torta.
3. La Brajáh (por el pan) es “Barúj…
hamotzí léjem min ha’áretz”. Se corta el pan que está más cerca, ubicando
de noche el pan de abajo para ser cortado y de día el de arriba. La Brajáh
exime a todos los presentes que prestan atención aun si no se lavaron las
manos. Igualmente deben contestar “amén”.
4. Todos esperan a que coma
quien recitó la Brajáh y luego comen su porción de pan. Ésta debe ser de, al
menos, 1 Kazait (27 gramos, tamaño de una oliva) y preferentemente de un
Kabetzá (volumen de un huevo).
SHABÁT COMO UN PROYECTO FAMILIAR
Haga de su Shabát un proyecto familiar en el que todos
los componentes de su núcleo familiar tengan participación al prepararlo. Las
tareas de la cocina seguramente serán responsabilidad de la mamá. El marido y
los niños pueden decorar el comedor – con flores si quieren, pueden poner la
mesa y preparar las velas que encenderá la mamá. También pueden familiarizase
con las melodías de los cánticos de Shabát, que, si bien no son obligatorios,
hacen el ambiente festivo del Shabát que viene.
CENTRALIDAD DEL SHABÁT
El Shabát debe ser el día central de la semana. Nuestros Sabios nos
enseñaron a reservar para el Shabát lo más preciado, tanto en los alimentos
como en las vestimentas, demostrando así nuestro aprecio por este día.
Estrenamos la ropa apropiada al carácter del día y recitamos el “Shehejeyánu”
por las frutas que consumimos por primera vez en la temporada. Preparamos los
manjares predilectos para disfrutarlos en este sagrado día.
TEMÁTICA DE LAS CENAS Y CONTENIDO DEL DÍA
Shabát es un día dedicado a la
espiritualidad y a la alegría. Esto implica que la
preparación debe pasar principalmente por adecuar el nivel de la temática de la
conversación a lo elevado y en un tono sereno, tranquilo y alegre.
La lectura semanal de la Toráh
es una fuente permanente de temas actuales con una
moraleja eterna. Si los niños acuden a una escuela judía, podrán traer sus
aportes de conocimientos sobre la Parasháh (lectura de la porción semanal).
Es una cuestión de
auto-disciplina el hacer de la mesa de Shabát el momento
cuando no hayan interrupciones telefónicas, cuando no hayan apuros para una cita
posterior, cuando la familia esté reunida, el lugar de crecimiento espiritual
para toda la semana mediante la unión familiar con los cantos adecuados, la
reflexión y la alegría.
LA ALEGRÍA DEL SHABÁT
Disfrutamos de tres comidas en
Shabát – una a la noche, y dos en el día. Éstas son acompañadas por himnos, que
tienen como fin expresar la Gloria de Dios y honrar al Shabát. Todo esto
contribuye a la “sensación de alegría y satisfacción que siente el judío, luego
de haber trabajado aplicada y honradamente durante la semana, cuando rodeado
por su esposa y sus hijos, eleva su copa para saludar al Shabát. No hay labios
que hayan encontrado palabras o escritor que haya podido describir esta
alegría; es la recompensa inefable, el gusto adelantado del mundo venidero,
aquello que para siempre quedará en secreto entre Dios y el corazón judío que
lo siente. (Rav Samson Refael Hirsch).
Shabát comienza oficialmente
18 minutos antes de la puesta del sol (el viernes) y continúa hasta el
anochecer del sábado (aproximadamente 40 minutos después de ponerse el sol –
depende de la ubicación geográfica). La ama de casa debe encender
las velas antes que comience Shabát recitando la bendición correspondiente (“Barúj
… ashér kideshánu bemitzvotáv vetzivánu lehadlíq ner shel Shabát”).
Shabát comienza para ella en el momento que encendió las velas aún si todavía
no es la hora oficial y debe, pues, abstenerse de melajót (trabajos). El resto
de la familia recibe al Shabát a la hora oficial o (si ocurre antes) cuando la
congregación recita el Salmo 92 (Cántico al día Shabát) en la sinagoga o, si
cantan Lejá Dodí, en la última estrofa que le da la bienvenida al Shabát.
EL CONCEPTO DE MELAJÁH - (Trabajo
prohibido en Shabát)
“Melajá” es la condición fundamental
para todo aquello relacionado con el observar del Shabát: “No harás
ningún tipo de trabajo …”
Sin embargo, melajáh y trabajo
no son sinónimos.
Esto lo podemos demostrar con
un ejemplo muy simple: Si una persona decide levantar objetos muy pesados
dentro de su casa, por más esfuerzo que aplique y cansancio que cause – esto no
se denomina “melajáh”; mientras que, al transportar tan solo una cajita de
fósforos desde su casa a la calle puede llamarse melajáh, o sea violar el Shabát.
Sería incorrecto afirmar que Shabát restringe todas las actividades diarias.
¿Cuál es, entonces, el criterio que usamos para definir qué clase de
actividades están incluidas?
Estudiemos, ante todo, las
fuentes originales de la ley. La Toráh nos enseña que melajáh son aquellas
labores que fueron necesarias para la construcción del Mishkán (Tabernáculo),
las cuales debían interrumpirse al comenzar cada Shabát. (Shemót 31:13).
He aquí el inventario de esas
labores derivadas de la Mishnáh (Tratado Shabát 7:2):
Al examinar esta lista
detenidamente, veremos que se extiende sobre toda la esfera de acción
productiva e innovativa humana. No sería muy objetivo considerarlo una mera
casualidad. Las leyes del Shabát serían entonces simplemente una masa de
prohibiciones sin orden alguno. Mas, según la interpretación del Rav Samson R.
Hirsch, obtendremos una visión más clara y profunda de este tema.
El Shabát, como lo
expresáramos en el capítulo anterior, declara el testimonio que Dios es el
único Creador de este mundo y todo su contenido. El hombre dedica su vida y
tiempo con su esfuerzo mediante la inteligencia, la energía y la destreza, en
fin, todos los dones con los cuales fue bendecido por Dios, para
conquistar sus fines. En este proceso, el hombre, lamentablemente, tiende
a olvidar cuál es la fuente genuina de sus “habilidades” y “proezas”. En este
mundo tan olvidadizo le fue entregado al pueblo de Israel la tarea de recordar
y proclamar esta verdad fundamental, la procedencia del “poder humano” de
dominar la naturaleza. Al cesar sus actividades en Shabát, el judío reconoce y
muestra que reconoce, que sus poderes proceden únicamente de Dios.
La definición de Melajáh es
entonces:
“Una acción que muestra al
hombre como dominante sobre el mundo, al emplear constructivamente su
inteligencia y habilidad”
Habiendo iluminado y
comprendido el vocablo “melajáh”, podemos comprobar qué insensatez representa
la teoría, si es que merece llamarse así, que “mover el interruptor de la
luz eléctrica o escribir una palabra no puede ser una transgresión porque no
causan cansancio o trabajo …” ¿acaso la electricidad no es una innovación
humana? ¿Acaso, porque sea tan simple, no es un poder creativo del hombre, el de
escribir? Todo movimiento nuestro, grande o pequeño, está controlado por el
Creador.
Mediante las aclaraciones
anteriormente expuestas, podemos explicar una regla del Talmúd: “Kol
Hamekalkelím Peturím” toda actividad destructiva, deja a quien la concretó
libre de castigo, por ejemplo: Si una persona decidiera demoler una casa
únicamente para destruirla, no estaría cometiendo una Melajáh (si bien no sería
recomendable como pasatiempo aparte de estar prohibido por un decreto rabínico),
mientras que, si causa el derrumbe al preparar el sitio para una construcción,
estaría profanando el Shabát.
¿Por qué? Pues sólo en el
segundo caso su actividad tiene como propósito un fin constructivo y creativo.
TRANSPORTAR.
Esta última se diferencia de
las demás Melajót. No es productivo ni innovativo transportar objetos de la
casa a la calle, o viceversa. ¿Por qué entonces, nos preguntamos, está incluida
dentro de las Melajót?
Tratemos de aclarar también
esto. La casa, la calle, la ciudad, todos éstos, no pertenecen al reino de la
naturaleza, sino al dominio de la sociedad humana. Mientras las otras Melajót
nos muestran al hombre como dueño de la naturaleza, esta melajáh nos lo muestra
en su rol de constructor y forjador de la sociedad junto a sus semejantes, haciendo
circular sus bienes materiales de la casa a la calle y de la calle a la casa,
no sólo con intereses comerciales, sino también para lograr todos sus objetivos
sociales en general.
Al suspender las demás Melajót,
coronamos a Dios como Creador y Causante del mundo natural. Al cesar de
transportar, reconocemos a Dios como Dueño de la esfera de acción social y santificamos
y dedicamos todo nuestro movimiento humano para hacerle honra a Él.
Si bien, en su mayoría, las
leyes relacionadas con las actividades prohibidas en Yom Tov son idénticas a
las leyes del Shabát, la Toráh excluyó ciertas tareas relacionadas con la
preparación de la comida y con el transportar objetos entre los dominios. En
todos los casos que se permite algo en Yom Tov es para su uso en el mismo día y
no como preparativo para el día siguiente de Yom Tov, ni para los días hábiles posteriores.
LA CELEBRACION DEL
SHABÁT
Debemos sumar acá la
importancia del concepto “menujáh” (descanso) no en su significado negativo y
puramente físico de inactividad, sino como el descubrimiento de la gloria
reflejada por la verdad que Dios es el Creador Quien puso un propósito en cada
uno de nosotros. El placer y el secreto del Shabát están en la bendición de
menujáh.
La menujáh se debe traducir a
términos prácticos; por lo tanto, recibimos al Shabát con alegría, cantos, vino
y una cena festiva. A través de los milenios de su historia, Shabát ha sido el
momento central de la semana, extendiendo su radiancia sobre los demás días,
tan así, que los días reciben su nombre de acuerdo a su ubicación con respecto
a Shabát, a saber: “primer día a Shabát” (domingo), “segundo día a Shabát”
(lunes), etc. He aquí el diagrama de la semana en los ojos del
judío:
SHABÁT
Viernes
Jueves
Miércoles
Martes
Lunes
Domingo
Toda la semana alza su vista
con anhelo hacia Shabát. Los arreglos, las citas, los viajes se hacen de tal
modo que no interfieran con el Shabát. Las compras se realizan a
tiempo y pequeños lujos son consagrados para venerar el día. Al llegar el
viernes, el ritmo de los preparativos se acelera y la ama de casa asume la
responsabilidad de haber terminado de cocinar todos los manjares antes de comenzar
el santo día. La mesa se pone con un mantel especial y platería brillosa, vino
y jalót, junto a las velas de Shabát. Toda la familia se viste con sus mejores
trajes y se dispone a recibir a la novia.
Al concepto “Shabát”,
relacionamos la noción “Menujáh” (descanso). Al hablar sobre descanso, no nos restringimos
al descanso físico sino a un sentimiento espiritual. Este sentimiento nace en
la alegría de liberarse del yugo de las exigencias diarias por ganar el
sustento. Se puede agregar el alivio de las demandas del mundo mecánico que nos
rodea: El teléfono, la radio, etc. Éstos también causan “stress” sobre la
persona hasta esclavizarla (¿cuánto tiempo aguantaría una persona sentada
escuchando el llamado del teléfono sin contestar?). Para comprender el sentido
del Shabát es necesario vivirlo y celebrar la experiencia.
Las comidas festivas de Shabát
con la compañía de familiares y amigos, con sus cánticos de alabanza a Dios, todo
esto se combina para crear la sensación de Shabát. Si se agrega el estudio de Toráh
en los intervalos libres del día, estudiando Toráh no como un ejercicio intelectual,
sino con el propósito de acercarse a la Verdad Divina, esto nos dejará
equipados, al finalizar el Shabát, con los elementos necesarios para enfrentar
la semana entrante con todos sus desafíos.
Sin embargo, el Shabát no se limita al ascenso espiritual del individuo.
La Toráh dispone entre las
leyes del día “que Tu sirviente y Tu sirvienta descansen contigo”
– Devarím 5:14. La Toráh fue entregada al pueblo en los tiempos cuando
universalmente se consideraba al sirviente como una mera propiedad más del amo,
destinado a dedicarse a – ni más ni menos – aquello en que se encaprichara su
amo. Para contradecir esta forma de pensar, la Toráh nos indica que el descanso
es universal sin diferencias sociales. Incluidos en el descanso del Shabát –
bajo nuestra responsabilidad – están “el extranjero que habita en nuestro
medio” y, es más, “tu animal”. El Shabát protesta
contra la esclavitud y la opresión. Al elevar la copa del Qidúsh, el judío une
el sentido de la Creación con el derecho a la libertad.
Nuestros Sabios resumieron
todas las virtudes del Shabát en la Hagadáh de Pésaj: “Si Dios no nos
hubiese acercado al Monte Sinaí, y tan solo nos hubiese entregado el Shabát.
Dayénu! (¡hubiese sido suficiente!)”
La Toráh dice: “Seis
días trabajarás y harás toda tu labor”.
Labor es entonces la base del Shabát;
la labor fue enaltecida por el decreto Divino, pues la labor no es una deshonra,
sino un derecho humano, y un derecho sagrado. ¡Cuántos siglos transcurrieron hasta
que el mundo concibió esta verdad! ¡Qué diferencia entre obreros de las
“civilizaciones” griegas y romanas, quienes padecieron de la falta de derechos
humanos y las democracias actuales! Cuántas revoluciones, miserias y guerras
podían haber sido evitadas, si se hubiera respetado desde un principio la
dignidad y el honor del trabajo.
La tradición judía cuenta que
el primer hombre, Adám, al ser expulsado del Gan Éden (Jardín del Edén), solo
se reconcilió con su destino luego de habérsele aclarado que iba a trabajar.
Dicen nuestros Sabios: “Grande es el trabajo, pues honra a aquel que lo
realiza”.
LIBERTAD
ESPIRITUAL
Sin embargo, la labor no
representa a todo.
Tal como la labor posee la
fuerza de emancipar a la persona, el ser humano se puede convertir en un esclavo
de su propia labor. El Talmúd cuenta que cuando Dios creó el cielo y la tierra,
éstos “giraban sin acabar como dos bobinas de hilo”, hasta que Dios les ordenó
- ¡Suficiente!, y comenzó el Shabát. Esto nos muestra al Creador como un Ser
Quien, intencional, y premeditadamente limita Su actividad según Su propio y
libre deseo, y según el propósito que tenga esa actividad.
La señal que nos dio Dios para
que demostremos nuestra fe en Él como Creador ilimitado, no es la labor misma, sino,
la restricción autodeterminada al trabajo. Al suspender su trabajo cada sábado,
el judío da testimonio del poder creativo de Dios. Además, el hombre demuestra al
mundo su propia grandeza, pues todos los astros y demás seres del mundo, una vez
comenzado su trayecto, continúan sin cesar, ciegamente, las leyes de la naturaleza,
mientras que el hombre, en una acción de fe, limita su labor, dándole así su
sentido y propósito. De este modo, el hombre recibe la denominación “Domé Le’yotzró”
= Similar a Dios – así como Creador, Él es el patrón de su trabajo y no el
esclavo.
Sin embargo, esta grandeza del
hombre depende directamente de su intención de cooperar con el plan Divino en
este mundo utilizando su poder para servir a Dios y ayudar a los seres humanos.
Pero si su libertad de acción y su poder sobre la naturaleza por el cual él
puede apoderarse de ella, amoldarla, adaptarla y controlarla según su deseo, lo
lleva a considerarse a sí mismo como quien suplantara al Creador, responsable
ante ningún otro que su propia conciencia, entonces, esta libertad se convierte
fácilmente en la causante de su decadencia. Nosotros quienes vivimos en el
siglo veinte, hemos conocido muchos ejemplos en los cuales predominaron estas
formas de pensar y de su nefasto resultado.
Es entonces cuando viene el Shabát
al rescate del hombre, y, como veremos más adelante, ésta es una de las faces
más fundamentales con respecto a nuestra manera de observarlo.
Ahora llevaremos todos estos conceptos
de la teoría a la práctica y, de esta manera, le daremos otro sentido a nuestra
existencia. Al suprimir nuestra característica humana de producir y crear, y por
medio de esta inactividad, rendir homenaje a Dios, comprenderemos el sentido que
el Shabát nos está tratando de insinuar. Es justo aquello que Dios le dijo al
primer hombre: “Te he colocado en mi mundo. Todo lo que he creado es para
ti Ten cuidado de no corromper y destruir mi mundo”.
Esta es la esencia del Shabát.
La acción misma de observar el Shabát proclama la libertad humana por un lado y
su subordinación al Creador, por el otro. No hay libertad más grande que la posibilidad
de dedicar todos los poderes humanos a Dios.
SHABÁTON ESPECIALES ANTES DE PURÍM Y PÉSAJ
Entre
el fin del mes de Shevát y Rosh Jódesh Nisán, fue ordenado por nuestros Sabios
la lectura de “cuatro porciones del Pentateuco”, cuatro Parashót, cada una
portadora de una lección especial, en cuatro Shabatót especialmente escogidos.
Es este el hecho que ha colocado a estos Shabatót en una posición distinguida;
y cada uno de ellos se ha hecho conocido por el nombre de la porción especial
que en él es leída, por ejemplo, (Sheqalím), (Zajór), (Paráh) y (HaJódesh).
Es
muy notable e indicativa la inusitada importancia que nuestros Sabios
atribuyeron a estas porciones, el hecho de que, mientras ninguna otra porción
de la lectura semanal de Shabát fue mencionada en la Mishnáh, estas Arbá Parashót
y los respectivos Shabatót en que son leídas, fueron especialmente enumeradas
en la Mishnáh y Toseftá[1].
Estas
porciones fueron leídas evidentemente todos los años en estos Shabatót, aún en
los tiempos que en Éretz Isra’él completaban la lectura de toda la Toráh una
vez cada tres años[2].
Actualmente
cada una de estas porciones es leída junto a la acostumbrada porción semanal[3];
ella forma la lectura especial del Maftír y es acompañada con una Haftaráh
especial.
Cada
uno de estos Shabatót tiene relación con un suceso o un momento histórico de
Israel y tiene un valor especial en nuestros días.
En
el antiguo Israel, todo israelita mayor de 20 años, rico o pobre debía renovar
su participación en la comuna por medio del pago anual de medio shéqel para el mantenimiento
del Sagrado Templo y sus servicios[4].
Como este pago requería ser efectuado el primero de Nisán, solía ser recordado
al pueblo con una proclama especial que se emitía el primer día de Adár[5].
Debido a ello, surgió la costumbre de leer en la Toráh la sección especial que
se refiere a la contribución del medio shekel[6]
y para la Haftaráh el relato de las contribuciones para la reparación del Sagrado
Templo en el reinado del Rey Yo’ásh[7],
en el Shabát que antecede a Rosh Jódesh Adár o en Rosh Jódesh si cae en Shabát.
Por ello este Shabát recibió el nombre de Shabát Sheqalím o Shabát Parashát Sheqalím[8],
y nos recuerda nuestros propios deberes para con nuestra comunidad y para con
Israel.
El
segundo de estos Shabatót es llamado Zajór, literalmente: “recuerda”, y esto
es, en el Shabát que precede a Purím. La Toráh nos ordenó recordar siempre el
ataque con que Amaléq sorprendió a Israel en el desierto[9],
y nuestros Sabios interpretaron este ataque como un símbolo del odio no
provocado y de la ciega enemistad que son las causas reales de todo sufrimiento
sobre la tierra.
Ordenaron,
por lo tanto, que esta sección[10]
sea leída en un Shabát especial del año. La sección de los Profetas[11]
que se lee en este mismo Shabát nos relata la derrota de Amaléq frente al Rey Sha’úl.
Dado
que existe la creencia de que Hamán el Agagita, una de las principales figuras
de la historia de Purím, era descendiente de Agág, Rey de Amaléq, se consideró
apropiado leer este párrafo en el Shabát precedente a Purím. Shabát Zajór
entonces, encarece a todas las generaciones desterrar por completo el cruel
espíritu de Amaléq del corazón humano.
Shabát
Paráh es el tercero de los Shabatót especiales, y en él es leída la sección
concerniente a la “Vaca Roja” y la ceremonia de purificación que le atañe[12].
El propósito de la ceremonia de la Vaca Roja era imprimir en los israelitas la
constante necesidad de purificación moral y la humildad simbolizados por el
humilde hisopo que era acompañado. Esta sección especial es leída en el Shabát después
de Purím[13] o en el segundo Shabát
posterior a Purím, si el 15 o 16 de Adár caen en Shabát. De este modo nos es
recordado, dar comienzo a los preparativos y requisitos de purificación necesarios
para la celebración de la festividad de Pesaj[14].
El tema de la lección de los Profetas es “la purificación moral de Israel”[15].
El
último de estos Shabatót, que por regla sucede a Shabát Paráh[16],
es Shabát HaJódesh, un Shabát anterior al primero de Nisán, y en caso de que
esta fecha es Shabát, lo observamos en este mismo día[17].
La lectura de Shabát HaJódesh[18]
y asimismo la Haftaráh[19]
tienen relación con el hecho de ser Nisán el mes fijado como el primero de
nuestro calendario y describe las reglas y preparativos para la celebración de
Pésaj.
Cada
uno de estos significativos Shabatót nos trae pues, un mensaje particular
vinculado estrechamente con nuestro propio estilo judío de vida.
LOS SABADOS ESPECIALES
Rosh
Jódesh Adár que cae en Shabát se lee ese día el capítulo de Sheqalím. Cuando
cae (Rosh Jódesh) en un día semanal se anticipa la lectura de Sheqalím para el Shabát
anterior, quedando libre el próximo Shabát. En el Shabát que continúa se lee Zajór
(a fin de aproximarlo a Purím que trata de la exterminación de Hamán), y en el
tercero, Paráh (con el objeto de indicar que deben purificarse para sacrificar
la ofrenda del Pésaj) y en el cuarto. HaJódesh (referido al Pésaj). (Meguiláh
29a).
Estudiamos:
Si resulta Purím el viernes Rav dice se anticipa Zajór. Shmu’él dice se posterga
después de Purím.
Rav
dijo que se anticipa, a fin de que resulte el cumplimiento (de la exterminación
del recuerdo de Hamán descendiente de Amaléq) anterior a su recordación. Shmu’él
dijo que se posterga, ya que existen las ciudades amuralladas que lo celebran
en el Shabát posterior, el 15 de Adár, resulta el cumplimiento en el mismo día
que la recordación. (Meguiláh 30a).
El
primero de Adár se anuncia sobre las donaciones de los Sheqalím.
¿Por
qué precisamente el primero de Adár? A fin de que los israelitas ofrezcan sus monedas
a tiempo, y se dispongan de las donaciones nuevas para la compra de los
holocaustos diarios, treinta días después, al principio de Nisán, cuando
comienza el año de los sacrificios. (Yerushálmi Sheqalím 1,1).
Y
en nuestra época, que por culpa de nuestros pecados no tenemos ni Bet HaMiqdásh
ni Sheqalím; acostumbran todos los israelitas recordar este asunto por medio de
la lectura pública de este capítulo año tras año, los Shabatót inmediatamente
anteriores a Rosh Jódesh Adár. (Séfer HaJinúj – Precepto positivo 105 in fine).
“Dijo
Rabí Leví en nombre de Rabí Jamá Bar Janiná: Naturalmente se debería haber
adelantado el capítulo del HaJódesh al capítulo de la Paráh, puesto que el
primero de Nisán, fue edificado el Mishkán y el día dos fue incinerada la “vaca
roja”. Entonces, ¿cuál es el motivo que la lectura del capítulo de la Paráh fue
adelantada? puesto que nos invoca la purificación de todo el pueblo de Israel”. – Yerushálmi Meguiláh 3,5
LOS SHABÁTOT QUE VIENEN DESPUÉS DEL 9 DE
AV
Este
Shabát, que llega a continuación de Tish’áh Be’Áv con sus tristes a históricas
secuencias, ha sido denominado “Shabát de Consuelo”, Shabát Najamú, porque es
el primero de los siete Sábados en los cuales leemos las “Siete Haftarót de
Consuelo”, seleccionadas del Libro de Yeshayáh[20].
CONSUELO Y REDENCION
Estas
siete Haftarót, que contienen sublimes mensajes de aliento y promesas de Gue’uláh,
una eventual “redención”, han sustentado y fortificado a Israel a través de los
siglos, durante todas las vicisitudes de crueldad y persecución. La visión de
Gue’uláh “redención”, no ha abandonado jamás los corazones y las mentes de
Israel, y el mensaje de “consuelo”, Nejamáh, y estímulo les era traído
precisamente cuando la hora parecía más funesta. Este optimismo se nutría de la
leyenda maravillosa en donde se manifiesta que el nacimiento del Mashíaj corresponde
al día en que precisamente el Sagrado Templo fue destruido.
Desde
el instante en que Israel fue condenado al exilio, no ha cesado jamás de orar
por la Gue’uláh y la restauración de Tzión y Jerusalem; y encontró Nejamáh,
“consolación”, en la promesa divina del restablecimiento de un estado judío y
su independencia. El profeta Yeshayáh convoca al Pueblo en la Haftaráh de este
día a Najamú, Najamú Amí, “¡Consolad, consolad a mi pueblo!, dice
vuestro Dios. Apelad al corazón de Yerushalayim”[21]. Hasta a bendición
que pronunciamos después de la lectura de la Haftaráh subraya este anhelo por
la restauración: Rajém Hal Tzión, “Tened misericordia de Tzión, porque es
el hogar de nuestra vida, y salvadla prontamente que su espíritu está apesadumbrado”.
LOS SIETE SHABATÓT DE CONSOLACIÓN
Hay
una homilía muy hermosa e ilustrativa del comentarista Abudrahám[22]
referente al orden de “las siete Haftarót de Consolación”, en la cual cita y
compara los pasajes iniciales de estas Haftarót.
Dice
en el primer Shabát el Todopoderoso impone a los profetas: Najamú, Najamú, “¡Consolad,
consolad a mi pueblo!…” Israel, sin embargo, no está preparado para
conformarse con las palabras de consuelo brindadas por los profetas, y dice en
el segundo Shabát: Batómer Tzión.
“Empero ha declarado Tzión tristemente: ¡Me ha
abandonado, el Señor!, y ¡mi Señor me ha olvidado!”[23] Al punto el profeta se vuelve a Dios en el tercer Shabát
y anuncia:
“¡Oh, afligida, combatida de tempestad y no
consolada!”[24], el pueblo afligido, sacudido como está por la
tempestad, rehúsa recibir consolación por mis manos, desean ser confortados por
el Propio Todopoderoso.
En
respuesta a esta demanda, Dios proclama en el cuarto Shabát Anojí, Anojí
Hú Hanejamjém, “Yo, Soy Yo, El que los consuela”[25]. Y Él continúa
pronunciando en el quinto y el sexto Shabát:
“Canta, oh, estéril, tú que no parías[26], prorrumpe en canto y
pregona el júbilo”. Kumí Óre
Ki Va Órej[27],
“Levántate, resplandece, Tzión, porque tu luz ha llegado, y la Gloria del Señor
ha aparecido sobre ti”.
Entonces,
por fin, Israel siente alivio y consuelo por la promesa Divina y proclama en el
séptimo Shabát: “Me regocijaré con sumo gozo en el Señor, mi alma se
alegrará en mi Dios”[28], la luz de la Gue’uláh,
de la “liberación”, ha comenzado ahora a resplandecer en su horizonte.
Rabí
Shim’ón Bar Yojái, uno de nuestros Sabios más grandes, dijo en el Talmud[29]
que “si Israel guardara solamente dos Shabatót apropiadamente, sería
redimido de inmediato”. Un gran Rabí Jasídico, Rabí Menajém Mendel de
Vitebsk, explicó esta declaración así:
“Los dos Sábados, dijo, son: el Shabát anterior a Tish’áh
Be’Áv Shabát Jazón, y Shabát Najamú, el Shabát posterior a Tish’áh Be’Áv”.
Los
mensajes transmitidos por estos dos Shabatót y el día intermedio que conmemoran
el Jurbán, la “ruina”, a saber: El mismo Tish’áh Be’Áv da por una parte, una
acabada expresión de la amargura del Galút (Dispersión), pero por otro lado,
describe la esperanza y el anhelo por la salvación, el consuelo y la pronta
redención. Un pueblo, dijo, que sabe lamentarse, orar y luchar por su
restauración, aun cuando está disperso por todos los puntos de la tierra y
rechaza ser confortado por sustitutos irreales, vivirá para testimoniar su Gue’uláh,
su consolación y su salvación completas. Rabí Mendel concluye, “de haber
observado Israel enteramente, en su larga y azarosa historia los principios
expresados en estos Shabatót y no haber olvidado en ocasiones, esta verdad,
hace mucho tiempo hubiera sido redimido”.
Hoy,
Israel, está viviendo ciertamente en una era precursora de Itjaltá DaGue’uláh,
el “comienzo de la redención completa”. Ahora, las palabras de la
Haftaráh de Shabát Najamú han cobrado fuerza y significado: Dibrú Al Lev
Yerushaláyim, “Apelad al corazón de Yerushaláyim, y proclamad le
que se ha cumplido su servidumbre…”
“Todo valle sea elevado y todo monte y cerro bajado y
lo torcido sea enderezado, y lo áspero allanado… ¡Súbete sobre un monte alto, albriciadora
de Tzión! ¡Alza con vigor tu voz, albriciadora de Yerushaláyim! ¡Levántala, no
temas! ¡Di a las ciudades de Yehudáh, He
ahí a vuestro Dios!”
FUENTES: SHABÁT NAJAMÚ
“Yo, Yo soy el que os consuela” (Yeshayáh 51,12). Dijo el Todopoderoso, así es mi
arte, con lo mismo que hiero, con eso mismo curo. Un ser humano hiere con un
puñal y cura con un
vendaje. Mi arte no es así, sino con lo mismo que hiero con eso mismo curo.
Como leemos (Yirmeyáh 30,17): “Porque te haré curar y te sanaré de tus
heridas, dice el Señor”. (Pesiktá Rabatí, Piská Anojí Menajemjém).
“Y
el Todopoderoso concierta condiciones con el Mashíaj y le dice, éstos cuyos
pecados guardas contigo te introducirán bajo un yugo de hierro y te convertirán
en una cabra enceguecida y haciéndote sufrir en ese yugo; y por culpa de los pecados
de aquéllos (los judíos) tu lengua se adherirá a tu paladar. ¿Aceptas todo
esto? Le dijo: Señor del Universo: Con toda la alegría en el alma y con
regocijo en mi corazón acepto todo, con tal que no se pierda ni uno de los
israelitas”. (Pesiktá Rabatí, Piská Kumí Orí).
Fuentes de nuestros Sabios sobre Shabát
Quien
guarda las normas del Shabát en todas sus particularidades, honrando y
deleitándolo con todas sus posibilidades, ya fue establecido en las profecías
que su recompensa en este mundo es mayor aún que aquella que le fue reservada
para el mundo venidero.
Como
leemos (Yeshayáh 58,14): “Entonces te deleitarás en el Señor, y Yo te
haré cabalgar sobre las alturas de la tierra, y te alimentaré con el legado de
tu padre Ya’aqóv, porque así lo ha dicho la boca del Señor” (Rambám,
Hiljót Shabát in fine).
“Dijo Rabí Yehudáh en nombre de Rav: Si los israelitas
hubieran cuidado el primer sábado, ningún pueblo ni nación hubieran podido dominarlos.
Tal como leemos: “Y fue que en el séptimo día salió alguien del pueblo a
recolectar…” y a continuación leemos: “Y vino Amaléq” (a guerrear)”. (Tratado Shabát 118b).
“Bienaventurado el hombre que hace esto… que guarda el
Shabát para no profanarlo, y que retrate su mano de hacer todo mal” (Yeshayáh 56,2). Nos enseña que quien guarda las
normas del Shabát está alejado de los pecados. (Mejiltá Beshaláj 4).
“Porque esto es una señal entre ustedes y Yo” (Shemót 31-13).
Es
una señal entre ustedes y Yo, pero no entre los pueblos del mundo y Yo. ¿Por
qué fulano tiene su tienda cerrada? ¡Pues porque guarda el Shabát! ¿Por qué
mengano no trabaja hoy? ¡Pues porque guarda el Shabát! (Mejiltá Kí Tisá 4).
“Habéis, pues, de guardar el Shabát porque es santo
para vosotros” (Shemót 31,14)
Nos enseña que el Shabát aumenta santidad sobre los israelitas. (Mejiltá Kí
Tisá 5).
Los
alimentos y el sustento de la persona le son establecidos para todo el año,
entre Rosh HaShanáh y Yom Kipúr (de modo que debe ajustar sus egresos a los
ingresos, pues no le van
a agregar más de lo que fue establecido como ingreso de ese año) fuera de los
gastos en honor al Shabát y en honor a las fiestas, y los gastos de sus hijos
para la enseñanza de la Toráh, que si los aumenta le aumentarán (los ingresos)
Y si disminuye le menguarán. (Betzáh 16a).
“Y le harás honra no haciendo tus negocios” (Yeshayáh 58:13).
Que
tu vestimenta de Shabát no sea igual a la de la semana Y tu caminar en Shabát
no sea como el caminar de la semana.
“Dijo Rabí Huná: Si tiene para cambiar de ropa, que
cambie, pero si no tiene para cambiar, que estire su ropa (a la usanza de los
pudientes de aquella época) y que no camine con pasos
demasiados amplios”. – Tratado Shabát
113a-b
“Rabí Yosé hijo de Rabí Yehudáh dijo: Dos ángeles
ministeriales le acompañan a cada uno a la víspera del Shabát, al salir del Bet
Knéset (Sinagoga) hasta su hogar; un ángel bueno y un ángel malo. Cuando llega
a su hogar, y encuentra las velas encendidas, la mesa servida y su lecho
tendido, el ángel bueno exclama: “Que sea Su voluntad, que también el próximo Shabát
así sea; Y el ángel malo responde forzosamente “Amén”. Pero si no, (si la casa
está triste) el ángel malo exclama: “Que sea Su voluntad, que también el
próximo Shabát así sea” y el ángel bueno exclama forzosamente “Amén”. – Tratado Shabát 1l9b
En
la Toráh, en los Profetas y en las Escrituras leemos que el Shabát equivale a
todos los preceptos juntos. En la Toráh: Leemos (Shemót 16,28): “¿Hasta
cuándo os negáis a cumplir
Mis mandamientos y Mis leyes?” Y a continuación (ibíd 29): “He
aquí, el Señor os ha dado el Shabát”. (De donde deducimos que la
amonestación de negarse a cumplir los mandamientos y las leyes se refiere
exclusivamente al Shabát).
En
los Profetas: (Yejezqél 20,21) “Los hijos también se rebelaron contra Mí;
no anduvieron en Mis estatutos ni guardaron Mis preceptos” y a continuación “y
profanaron muchísimo Mis Shabatót”.
En
las Escrituras: (Nejemyáh 9,13) “Y sobre el monte Sinaí bajaste y
hablaste con ellos desde el cielo, y les diste juicios rectos, y leyes
verdaderas, estatutos y mandamientos buenos”.
Y
a continuación (íbid, 14) “Y les hiciste conocer Tu santo Shabát”.
(Yerushálmi Nedarím 3,9).
“Le dijo el Todopoderoso a Israel: Si obtendréis el
privilegio de guardar el Shabát, les consideraré como si guardasteis todos los
preceptos de la Toráh. Si en cambio profanasteis el Shabát, les consideraré
como si profanasteis todos los preceptos. Así leemos (Yeshayáh 56,2)
“Bienaventurado el hombre que hace esto… que guarda el Shabát para no
profanarlo, y que retrae su mano de hacer todo mal”. – Midrásh Rabáh Shemót 25
“Enseñó Rabí Shim’ón Bar Yojái: Dijo el Shabát al
Todopoderoso, Señor del Mundo, Todos los días (de la semana) tienen pareja (domingo-lunes,
martes-miércoles, jueves-viernes), y yo no tengo pareja. Le respondió el
Todopoderoso: La Comunidad de Israel será tu pareja”.
“Cuando los israelitas estuvieron frente al Sinaí, les
dijo el Todopoderoso: Recordad lo que le prometí al Shabát, la Comunidad de
Israel será tu pareja. Por eso dictó el mandamiento: “Recuerda el día de Shabát
para santificarlo”. (Recuerda la promesa al día de Shabát)”. – Midrásh Rabáh Bereshít, 11
“Rabí Berajiá
dijo en nombre de Rabí Jiyá Bar Abá: El Shabát fue otorgado sólo para deleite.
Rabí Jaquí en nombre de Rabí Shmu’él Bar Najmán dijo: El Shabát fue otorgado
sólo para estudiar. Y no discuten. El que dijo para deleite se refiere a los
estudiosos, que se afanan en el estudio todos los días de la semana, y en Shabát
se reúnen para deleitarse”.
“El que dijo para estudiar se refiere a los
trabajadores. Quienes durante toda la semana están muy ocupados con sus labores
y en Shabát se reúnen para estudiar la Toráh”. – Pesiktá Rabatí, Los Diez Mandamientos llI.
“Dijo Rabí Shim’ón Ben Lakísh: Dios, le entrega al
hombre un alma adicional cada víspera de Shabát, y le priva de ella en Motza’é Shabát,
por eso fue expresado (Shemót 31,17): El dejó
de trabajar Y descansó (vaynafásh), “cuando el Shabát finaliza, desgraciadamente
se pierde el alma adicional, el vocablo vaynafásh se presta a un juego de
palabras: vay-desgraciadamente, néfesh-alma”. – Betzáh 16a
La
iluminación que usa cada persona depende de sus posibilidades, los candelabros
serán de arcilla o de bronce, pero el honor del Shabát son las propias luces.
Si habéis de cuidar las luces de Shabát les he de mostrar las luces de Tzión
como leemos: (Tzefanyáh 1:12): “Y sucederá en aquel tiempo que Yo
registraré a Yerushaláyim con candelas”. Y no necesitarán más la luz
del sol, pues Yo les iluminaré con Mi gloria, como leemos (Yeshayáh 60,19): “El
sol no será más tu luz de día… porque el Señor mismo será tu luz eterna”.
Todo en mérito de las luces de Shabát. (Yaikút Beha’alotjá).
“¿De dónde inferimos que el peligro de vida desplaza
las prohibiciones del Shabát? Rabí Yonatán Ben Yoséf dice: Leemos (Shemót
31,13): “Porque es santo para vosotros”. El Shabát les fue entregado en
vuestras manos; Ustedes no fueron entregados en la mano del Shabát. Rabí Shim’ón
Ben Menasiá dice: Leemos (Shemót 31,16): “Y cuidarán los Hijos de Israel el Shabát”.
Dijo la Toráh: Profana una vez el Shabát (salvándole la vida) a fin de que
pueda cuidar muchísimos Shabatót más”.
(Tratado Yomá 85b).
Lehitra’ót!
[1] Meg. 3,4; Tosefta ibíd.
[2] Meg. 29b.; Otzar Jilufe Minhaguim, Levin.
[3] Rambam Tefilá 13,22; Tur Oraj Jayim 685.
[4] Meg. 29b.
[5] Yer. Shek. 1,1; Rambam Shek. 1,9.
[6] Shemot 30,11-16.
[7] II Me1aj. 12, 1-17.
[8] Mish. Meg. 3,4.
[9] Meg. 30a; Tosafot Ber. 13a.; Oraj Jayim 695,7.; Meg.18a.
[10] Dev. 25,17-19.
[11] Shmu’él Álef. 15.
[12] Bamid. 19,1-22.
[13] Yer. Meg. 3,6; Meg.30a.
[14] Véase Rashl Meg.29a.
[15] Yejezk. 34,17-38.
[16] Yero Meg. 3,5.
[17] Meg. 30b.
[18] Shemot 1, 1-20.
[19] Yejezk. 45,16-46.
[20] Tosafot Meg. 31b; Oraj Jayim 428.
[21] 40,1 subsigu.
[22] Citado por el Levush 425.
[23] Yesh. 49,4 subsig.
[24] Ibíd. 54,11 subsig.
[25] Ibíd. 51,12 subsig.
[26] Ibíd. 54,1 subsig.
[27] Ibid 60:1 subsig.
[28] Ibíd. 61,10, subsig.
[29] Tratado Shabát 118.
A nombre de Roberto
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